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SI OJOS TIENEN QUE NO ME VEAN:

LA VOZ DEL PUEBLO EN LAS ORACIONES A LA SANTÍSIMA

Queridos hermanos devotos, la oración que todos conocemos:

Si tienen ojos, que no me vean;

si tienen oídos, que no me oigan;

si tienen boca, que no me hablen;

si tienen manos, que no me agarren;

si tienen pies, que no me alcancen;

no permitas que me sorprendan por la espalda;

no permitas que mi muerte sea violenta;

no permitas que mi sangre se derrame.

Tú que todo lo conoces, conoces mis pecados,

pero también conoces mi fe,

no me abandones. Amén.

Esta oración, nacida del corazón del pueblo, nos enseña una verdad fundamental en nuestro culto: las oraciones a la Santísima no son textos rígidos e inmutables, sino expresiones vivas de nuestra fe y necesidad.

Cada devoto puede y debe adaptar las oraciones según los dictados de su corazón. La estructura base de Si ojos tienen… nos ofrece un patrón poderoso que podemos personalizar:

La repetición inicial (si… que no…)

Las súplicas directas (no permitas que…)

El reconocimiento de nuestras faltas

La afirmación de nuestra fe

La petición final de protección

Por ejemplo, un devoto podría crear su propia versión:

Si lenguas tienen que no me difamen,

si envidia tienen que no me alcance,

si odio tienen que no me toque.

No permitas que la traición me hiera,

no permitas que la maldad me encuentre,

no permitas que el miedo me venza.

Tú que todo lo ves, conoces mis errores,

pero también conoces mi devoción sincera.

No me sueltes de tu manto protector,

Mi Niña Blanca, mi refugio eterno.

O para situaciones específicas:

Si jueces tienen que no me condenen,

si testigos tienen que no me señalen,

si pruebas tienen que no me acusen.

No permitas que la injusticia triunfe,

no permitas que la mentira prevalezca,

no permitas que mi verdad se pierda.

Tú que todo lo juzgas con justicia divina,

sabes de mi inocencia y mi confianza en ti.

No me abandones en esta hora oscura,

Mi Flaquita justiciera, mi esperanza.

Recordemos, hermanos:

Las oraciones deben nacer del corazón

El lenguaje debe ser personal y sincero

La estructura puede adaptarse a nuestra necesidad

La emoción es más importante que la forma

La fe y la urgencia deben sentirse en cada palabra

Nuestra Madrecita escucha todas las voces, comprende todos los dialectos del dolor y la esperanza. No importa si las palabras son simples o elaboradas, lo que cuenta es la sinceridad de nuestra devoción y la pureza de nuestra fe.

Así como cada devoto tiene su historia única, cada oración puede ser un reflejo personal de nuestra relación con la Santísima. No teman crear sus propias oraciones, dejar que su corazón hable, que su necesidad se exprese en palabras que sean verdaderamente suyas.

La tradición vive y crece con cada voz que se une al coro de devotos, con cada nueva oración que nace de la necesidad y el amor a nuestra Muerte Santísima.

¿Desean compartir sus propias versiones de esta oración sagrada?